
Hoy quiero hablarte de algo que cambió completamente mi rutina de skincare. ¿Te ha pasado eso de gastar fortunas en cremas prometedoras que al final no hacen nada? A mí sí, una y otra vez. Hasta que di con el retinal… y wow, qué diferencia.
Verás, yo no soy dermatóloga, solo una persona normal que se obsesionó un poco con cuidar su piel. Después de probar de todo, el retinal se convirtió en ese producto que siempre tengo en mi neceser. ¿Por qué? Te lo cuento con toda la sinceridad del mundo.
Retinal y retinol: al principio no entendía la diferencia
Cuando empecé en esto del skincare, me volvía loca con tantos nombres raros. Retinol, retinal, tretinoína… ¿no era todo lo mismo? Pues no, amiga mía.
El retinol es como ese primo lejano que promete ayudarte con la mudanza pero llega tarde y medio dormido. Tiene potencial, pero necesita que tu piel haga todo el trabajo para convertirse en algo útil. El retinal, en cambio, es como ese amigo eficiente que llega puntual con las cajas y hasta trae pizza. Ya viene más “preparado” para actuar.
La tretinoína es la versión profesional, pero también la más dura. Yo la probé y… bueno, digamos que mi piel no estaba preparada para ese nivel de intensidad.
Lo que el retinal hizo por mi piel (con pros y contras)
1. Arrugas que se fueron desvaneciendo
Tengo esa línea de expresión entre las cejas que apareció después de años de fruncir el ceño (culpa del trabajo y de mis hijos, jaja). Con el retinal, después de unas 6 semanas empecé a notar que se veía menos marcada. No desapareció como por arte de magia, pero ahora tengo que buscarla con atención en el espejo.
2. Menos granitos, por fin
Siempre he tenido una relación amor-odio con mi piel mixta. Un día seca, al siguiente brillante, con algún granito que aparece justo cuando tienes un evento importante. El retinal me ayudó a equilibrar esto. No es que haya eliminado completamente los brotes, pero ahora son menos frecuentes y menos intensos.
3. Esa luminosidad que tanto buscaba
Lo que más me enamoró fue ese “glow” que empecé a notar después de un mes de uso constante. No es que mi piel brille como un diamante (ojalá), pero sí tiene ahora un aspecto más saludable, más fresco.
4. Lo mejor: casi no me irritó
Aquí va mi experiencia personal: el retinol normal me dejaba la piel roja y tirante. El retinal, en cambio, solo me dio un poco de tirantez los primeros días. Nada que una buena crema hidratante no solucione.
Cómo lo uso yo (mis trucos aprendidos a base de errores)
Te voy a contar exactamente cómo lo incorporé a mi rutina, porque al principio cometí todos los errores posibles:
1. Siempre de noche: Esto es sagrado. Una vez lo usé por la mañana “para probar” y acabé con la piel super sensible todo el día. Ahora lo aplico después de limpiarme la cara, esperando unos minutos a que la piel esté completamente seca.
2. Poco a poco: Empecé usando una crema con retinal solo dos noches a la semana. Ahora lo uso tres, pero nunca días seguidos. Mi piel necesita sus descansos.
3. Hidratación extra: Después del retinal, siempre aplico mi crema hidratante favorita. Esa que parece mantequilla y huele a lavanda. ¡Un must!
4. Nada de mezclas raras: Aprendí por las malas que combinar retinal con ácidos es mala idea. Ahora si uso ácido glicólico, lo hago en días alternos.
¿Merece la pena el retinal? Mi opinión sincera
Si me preguntas si el retinal es el santo grial del skincare, te diré que no. Pero sí es uno de los pocos productos que realmente noté que hacían diferencia en mi piel. Eso sí, necesitas:
– Paciencia: Los resultados buenos llegaron después del primer mes.
– Constancia: No sirve de nada usarlo una semana y abandonar.
– Sentido común: Si tu piel reacciona mal, para y consulta con un profesional.