
Hay momentos en la vida en los que sentimos que todo cambia de golpe. Lo que era seguro ya no lo es, lo que parecía estable se tambalea y nos enfrentamos a una pregunta poderosa: ¿y ahora qué?
Volver a empezar no es fracasar, es un acto de valentía. Es mirar dentro de uno mismo, reconocer que algo ya no vibra con nuestra esencia y decidir tomar un nuevo rumbo, aunque duela, aunque dé miedo.
A veces, empezar de nuevo significa renunciar a un trabajo que nos drena, alejarnos de personas que ya no suman o simplemente decirle adiós a una versión de nosotros que ya no nos representa. Y eso, aunque se sienta como pérdida, es en realidad una ganancia: es recuperar nuestra voz.
Reinventarse no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso silencioso, a veces solitario, en el que paso a paso vamos construyendo nuevas certezas, nuevos hábitos, nuevas fuerzas. Y es ahí, en medio de esa transformación, donde descubrimos de qué estamos hechos.
Nadie tiene todas las respuestas, pero todos tenemos el derecho de buscar lo que nos haga sentir en paz. Y tú, ¿Qué estás esperando para volver a empezar?